lunes, 30 de septiembre de 2013

Lo que se dijo en la presentación de Carpe Noctem (y III)



Lo que sigue es la primera parte de la intervención de Félix Grande en la que trató sobre Abelardo Castilloy su novela «El que tiene sed» 

Félix Grande

Abelardo Castillo es autor, entre otras cosas, de una de las mejores revistas que se editaron en argentina: «el escarabajo de oro». Una revista valiente porque, en plena dictadura argentina, se atrevía a tratar temas que podían haberle costado la vida. Varias veces, después de leerla, yo corría al teléfono y lo llamaba para ver si seguía vivo o, en el tiempo en que había tardado en llegar la revista, lo habían agarrado y lo habían matado[…]

Abelardo Castillo es, pues, un escritor valiente y un grandísimo escritor. Les voy a contar una anécdota: en una ocasión, durante la dictadura de Videla, fue detenido, metido en un coche y él, como gran autor de teatro, cuando lo subieron ya tenía preparada la escenificación. Entonces, les dijo a sus captores: «bueno, hasta aquí hemos llegado. Me he consentido a mí mismo acompañarles, pero más vale que me llevéis de una vez rápido a donde me lleváis, me presentéis a vuestro superior que le voy a ordenar que llame al Ministro». Los otros se miraron y preguntaron: «¿A qué Ministro». Y él: «¡Al Ministro, leches! Y vayan rápido. ¡No sabéis donde os habéis metido, hijos de puta!». Les hablaba así. De manera que se asustaron, pararon el coche y le dijeron: «bájese». «¿Cómo que bájese?», protestó Abelardo. «Ustedes me han sacado de mi casa y ustedes me llevan a mi casa». Y nada más llegar a casa, entró y le dijo a Sylvia, su mujer: «Sylvia, haz la maletita, que nos vamos antes de que lleguen al cuartel».

Ese hombre es uno de los grandes escritores argentinos. Quizás con Borges, Bioy Casares, Ernesto Sabato, Cortázar y por ahí. Alguno de los cuentos más estremecedores de esa gran tradición del relato que hay en Argentina los ha escrito Abelardo Castillo. Y creo que su mejor novela es ésta: «El que tiene sed». Probablemente todos vosotros o muchos habéis leído “Bajo el volcán” de Malcolm Lowry que es —iba a decir pasa por ser, pero no, es— la novela que leen o deben leer todos aquellos a los que les gusta leer libros y que además no tienen la jactancia de ser abstemios. «Bajo el volcán» es un viaje aterrador por el alcoholismo. Bien, «El que tiene sed» es también un viaje aterrador por el alcoholismo.

Yo no sé si Malcolm Lowry —seguramente sí— era alcohólico. Supongo que sí. Pero Abelardo Castillo sí fue alcohólico. […] Nadie sabe cómo consiguió dejar de beber, de un día para otro… pero lo consiguió. Recuerdo que un día Paca (Aguirre) y yo estábamos bebiendo en su casa, y habían comprado una botella de vino para la cena y yo, en un momento dado, dejé un poco en el vaso porque ya no quería más. Abelardo me miró y me dijo: «¿no bebes más?». Y yo dije: «No». «¿Y si la botella se derrama y a la noche no hay para cenar, qué pasará?». Yo me encogí de hombros y dije: «nada». Y a él se le cambió la cara y me dijo: «Hijo de puta, me bebo yo ese poco de vino que queda en el vaso y no pero hasta que me tengáis que levantar del suelo». Bueno, sabía lo que decía. Y sin embargo, «El que tiene sed», además de ese pozo del alcoholismo, cuenta con mucho humor. Parece mentira que a ese tema se le puedan sacar carcajadas, pero Abelardo lo consigue. Por eso les recomiendo, sean ustedes o no seres con la jactancia de ser abstemios les recomiendo que lean «El que tiene sed» porque es una gran novela.

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